Impartir una clase con sentido del humor tiene un gran impacto en la enseñanza. Al menos así lo asegura Begoña García, doctora en Psicología y profesora titular de Educación y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid.
El humor no es privativo de los cómicos y que el profesor que lo aplica en sus clases conseguirá grandes logros.
«Si se aplica en la enseñanza se logrará que los alumnos estén más motivados para aprender y les será más fácil retener la información que reciben que si se les suelta un sermón teórico que les resulte aburrido. Además, mejora el clima y el ambiente de clase, tanto con el profesor como entre los compañeros, y fomenta la creatividad, porque si hay censura y miedo en el aula es imposible aportar nuevas ideas y crear».
El primer beneficiado de impartir una clase con sentido del humor es el propio docente, y después su alumnado, porque tendrá el placer de impartir su clase a unos estudiantes totalmente motivados, lo que es muy gratificante».
Por último, recordar algunos juegos y actividades que nos permitirán educar el sentido del humor en nuestros hijos:
- Guerras de cosquillas.
- Batallas de almohadones.
- Jugar al escondite dentro de casa.
- Hacer ejercicio físico juntos.
- Esperar a papá o a mamá escondidos por casa y darle un susto.
- Ver juntos películas de risa.
- Hacer comentarios divertidos manteniendo nuestra expresión seria.
- Salir a pasear y a jugar.
- Contar chistes.
- Hacer preguntas aparentemente absurdas: ¿alguien quiere un helado de anchoas?, etc.
- Vestirnos intencionadamente con una prenda al revés o con dos zapatos distintos.
- Leer juntos tebeos o cómics divertidos.
- Contar anécdotas de nuestra infancia.
- Recordar las cosas divertidas que nuestros hijos hacían cuando eran bebés.
Atrevámonos a ser divertidos, seamos capaces de reírnos de nuestros propios errores y de nuestras propias incapacidades mostrando a nuestros hijos cómo crecer y mejorar como personas sin perder el sentido del humor.
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